Blog oficial de la Iglesia de Dios Pentecostal M.I. Bo. Aceitunas Moca, P.R.
jueves, 31 de diciembre de 2009
Culto Especial de Despedida de Año y actividades recientes
domingo, 20 de diciembre de 2009
Actividades Recientes que ha realizado nuestra Iglesia
domingo, 13 de diciembre de 2009
El banquete
Autor desconocido
Había una vez dos mendigos que solían ir a pedir limosna juntos. Uno judío el otro gentil. A medida que se aproximaba la noche de Pesaj, el mendigo judío le ofrece a su compañero no judío ayuda para hacerlo participar de un Seder (la cena festiva acompañada por varios mandamientos y rituales) y conseguir una buena cena. “solo debes ponerte ropa judía y acompañarme a la sinagoga, todos acostumbran a invitar a los pobres al Seder. Será fácil ya veras.
El mendigo no judío acepto alegremente. La primera noche de pesaj fueron juntos a la sinagoga, y tal cual lo habían planeado, los dos fueron invitados a participar de la cena festiva en casas diferentes.Horas después se encontraron como siempre en el la plaza del pueblo. Pero para la sorpresa del judío, su amigo estaba furioso.“¿Qué me has hecho? Grito enojado “¿a eso le llamas cena? ¡Eso es tortura! ¡Eso es infierno! me las vas a pagar por esta… ya veras” “¿de que estas hablando? ¿Qué paso? Pregunto el judío sorprendido.
“¿Qué paso? ¡Como si no supieras lo que paso! Ustedes los judíos están locos eso es lo que paso. Primero me hicieron tomar un vaso de vino, a mi me gusta el vino pero con el estomago vacío…. Mi cabeza empezó a girar un poco, pero pensé enseguida traen la comida. El olor a comida que venia de la cocina era increíble. Después comimos un poquito de perejil. Después empezaron a hablar sin parar en hebreo. Todo el tiempo yo sonrío y asiento educadamente con la cabeza como si entendiera lo que ocurre – como tu me advertiste- pero mi cabeza esta flotando y me duele por el vino y me estoy muriendo de hambre.
“El olor a comida que salía de la cocina me estaba volviendo loco pero ellos no la servían. Por más de dos horas no sacaron nada solo palabras y más palabras. Entonces justo lo que necesitaba… ¡otra copa de vino! Luego nos pusimos de pie y nos lavamos las manos, nos sentamos a comer una galleta enorme llamada matzah que tenia gusto a papel de diario, todos reclinados hacia la izquierda (no me preguntes por que…) me empecé a atragantar, casi vomito. Y finalmente me dieron una lechuga echa un rollito le di un buen bocado y…. ¡wow! mi boca estaba en llamas, mi garganta tenia rábano picante adentro ¡nada menos que rábano picante! Ustedes están todos locos…
En ese momento dije basta me levante y me fui. Ya era demasiado.
“ah que lastima te tendría que haber dicho” contesto el judío “después de las hierbas amargas viene una cena gloriosa. Sufriste tanto tendrías que haber aguantado aunque sea unos minutos mas.”
Está curiosa esta reflexión, pero me dio una enseñanza que compartire contigo. Hay veces que tenemos que luchar mucho para alcanzar lo que deseamos, y a veces nos rendimos porque sentimos que no aguantamos la situación, y perdemos la paciencia dejándolo todo. Luego nos arrepentimos por no saber esperar. Así también pasa en nuestra vida espiritual. Pensamos dejarlo todo olvidando que pronto sera nuestra redención. Así que no se rindan, continúen hacía adelante que lo mejor esta por venir.
jueves, 22 de octubre de 2009
La Reforma Protestante
lunes, 5 de octubre de 2009
Maná - ¿Man ju? que significa “¿qué es esto?”
Descripción
En el libro del Éxodo se le describe apareciendo cada mañana después de que el rocío hubiera desaparecido, y debía ser recogido antes de que el calor del sol lo derritiera. Según Números llegaba con el rocío, por la noche. Según la descripción bíblica, el maná se parecía a las semillas de coriandro, era de color blanco, y tras molerlo y hornearlo se parecía a las obleas con miel aunque en Números se describe del mismo color que la mirra india, y añade que algunas de las tortas sabían a tortas aceitadas.
Los exégetas creen que estas diferencias se deben que el Éxodo es un texto yavista mientras el de Números es de fuente sacerdotal. El Talmud babilónico explica que las diferencias en la descripción se debían a que su gusto variaba según quien lo tomaba, miel para los niños, aceitunas para los jóvenes, pan para los mayores. La literatura rabínica clásica soluciona la cuestión de si el maná caía antes o después del rocío, explicando que lo hacía entre dos capas de humedad.
Identificación
Algunos eruditos han propuesto que el maná deriva de una palabra egipcia que significa alimento. A finales del siglo XX, los árabes residentes en la península del Sinaí vendían la resina del árbol del tamarisco como man es-simma, que significa maná celestial. Los árboles de tamarisco son muy abundantes en el sur del Sinaí, y su resina es similar a la cera, se derrite con el sol, es dulce y aromática (como la miel), y tienen un color sucio-amarillo, coincidiendo con las descripciones bíblicas. Sin embargo se compone de azúcar, así que no puede proporcionar la suficiente nutrición para que una población sobreviva durante largos periodos, y sería muy difícil convertirla en tortas.
En 1986, científicos británicos descubrieron antiguos manuscritos que hacen referencia a un Ketuvim en Akhaar, al sur de Canaán, que databan del 1050 a.c. en los que se describía físicamente el maná.
En dichos manuscritos se describe el maná como semillas similares a las de la mostaza y de un color similar al dátil de Siria.
!Que bueno y complaciente es Dios que le daba al maná el saber que mas gustaba de acuerdo a la edad de cada uno! Dios siempre sabe lo que es mejor para cada uno de nosotros.
Dios les bendiga;
Carmen Acevedo
viernes, 25 de septiembre de 2009
NOCHE ESPECIAL SOCIEDAD DE NIÑOS
viernes, 18 de septiembre de 2009
Noche de Comedia con Danny Albelo
martes, 1 de septiembre de 2009
Incidencias del pasado servicio de adoración y evangelístico 30 agosto 2009
martes, 25 de agosto de 2009
Holy Land Experience: Una experiencia inspiracional, educacional e histórica
miércoles, 19 de agosto de 2009
Reverendo Humberto Schimitt en Aceitunas de Moca
viernes, 14 de agosto de 2009
Daniel Calveti en Aceitunas de Moca
miércoles, 5 de agosto de 2009
Evidencias racionales de la existencia de Dios
(Información Extraída de textos de Teología Sistemática y Teología Bíblica)
A) El argumento cosmológico.
El argumento cosmológico presenta evidencia de que Dios existe y que es la Primera Causa de todas las cosas. Existen cuatro teorías que han sido propuestas por filósofos y metafísicos en cuanto al origen del universo material:
1. Que la constitución de la naturaleza es eterna, y que sus formas han existido siempre.
2. Que la materia ha existido siempre, pero su constitución presente y su forma han estado sujetos a un autodesarrollo, lo cual es la creencia del ateo moderno.
3. Que la materia es eterna, pero su clasificación presente y su orden son la obra de Dios.
4. Que la materia es una cosa creada, habiendo sido traída a la existencia de la nada por el poder engendrador de Dios. Esto coincide con la revelación bíblica. (Gn 1:1) "En el principio creó Dios los cielos y la tierra", (Hb 11:3) "... de modo que lo que se ve fue hecho de lo que no se veía".
La creencia que todo efecto tiene su causa es el principio básico sobre el cual el argumento cosmológico avanza a sus innegables conclusiones. "De la nada, nada puede surgir" es un axioma que ha sido reconocido por los filósofos de todas las edades. Aceptar que alguna cosa se ha hecho existir a sí misma es aceptar que dicha cosa actuó antes de existir, lo cual es algo absurdo. La existencia no puede ser engendrada por la inexistencia.
Razonando desde la supuesta premisa de que no hay Dios, el ateo está obligado a proclamar que la materia es eterna y, por lo tanto, autosuficiente. La materia está compuesta de innumerables partículas que no están relacionadas, o que no dependen la una de la otra. Así que, a cada partícula tiene que atribuírsele el elemento de autosuficiencia eterna. A la materia inerte hay que añadirle, entonces, todas las fuerzas químicas, las leyes de la naturaleza y el principio de la vida en todas sus formas.
Todos los hombres asumen que cada efecto tiene un antecedente a cuya eficiencia se debe. Ellos nunca estiman una simple anterioridad, no importa que tan uniforme haya sido en el pasado, o que tan cierta en el futuro, como algo que constituye una relación causal. La sucesión de las estaciones ha sido uniforme en el pasado, y estamos confiados que lo será en el futuro; pero nadie afirma que el invierno es la causa del verano. Todos están conscientes que la causa expresa una relación completamente diferente a la de una simple antecedente.
Pero, ¿quién ha sustanciado jamás la afirmación que la creación de la materia es imposible para el Dios infinito? La afirmación que Dios creó todas las cosas no ofrece contradicción de clase alguna, sino que solamente confiere a Dios más habilidad que la que reside en el hombre. Pero debido a que es completamente imposible para nosotros crear ninguna nueva sustancia, los hombres se apresuran a medir todas las cosas por medio de sus propias limitaciones, y a suponer como algo universalmente imposible para cualquier poder crear alguna cosa.
Para que una sustancia sea hecha de la nada por Dios, o por un ser infinitamente perfecto, no es para éste el hecho de la nada en el sentido imposible, sino que proviene de Aquel que lo es todo (Ef 1:23).
Como un rechazamiento ciego de la verdad, la declaración del ateo que la materia es autosuficiente y eterna es igualado por el concepto ímprobo y absurdo que la naturaleza es capaz de autogeneración, que el azar es una explicación adecuada del origen del universo, o que la necesidad es la base da la existencia de todas las cosas. Sin embargo, el argumento cosmológico a favor de la existencia de Dios como la Primera Causa de todas las cosas permanece firme e inafectado en su valor evidencial.
Así la Primera Causa no es autocreada, sino que es eterna y por lo tanto autosuficiente, ya que él no depende de nada fuera de Sí mismo, no habiendo sido causado por nada ni nadie.
Esta Primera Causa autosuficiente y eterna es lo suficientemente sabia para concebir la creación en toda su maravilla, y suficientemente poderosa para hacer que exista.
La declaración de Locke tocante al argumento cosmológico es la siguiente: "Yo existo; y no he existido siempre; todo lo que comienza a existir tiene que tener una causa: la causa tiene que ser adecuada: esta causa adecuada es ilimitada: ésta tiene que ser Dios".
La declaración de Howe acerca del argumento es concluyente: "Algo ha existido desde la eternidad; de ahí que tiene que haber existido sin causa: de ahí que tiene que ser independiente; y de ahí que tiene que ser necesario; de ahí que tiene que ser autogenerador; y de ahí que tiene que ser originalmente vital, y la fuente de toda vida".
De lo que hemos dicho podrá observarse que el argumento cosmológico es enfatizado como prueba de varias cualidades de Dios, a saber, autosuficiente, eterno, omnisciente, poderoso, ilimitado, independiente, vital y la fuente de toda vida.
Se ha dicho que cuando se echan estas "pruebas de la existencia de Dios" por la puerta suelen volver a casa por la ventana, puesto que el hombre, sintiendo su dependencia e insuficiencia propia, busca a "algo" o a "Alguien" que pueda explicar su propia existencia y el orden que existe en la naturaleza.
B) El argumento teológico.
El hecho de la existencia de un diseño, que es demostrado en toda cosa creada, exhibe la inteligencia y el propósito racional del Creador. Este argumento no podría ser mejor expresado que como aparece en las palabras del salmista: (Sl 94:910) "El que hizo el oído, ¿no oirá?, el que formó el ojo, ¿no verá? el que castiga a las naciones, ¿no reprenderá? ¿no sabrá el que enseña al hombre la ciencia?"
En esta época caracterizada como ninguna otra por el desarrollo mecánico, los hombres están impresionados, y es justo que así sea, con lo que la ingeniosidad y la diligencia humana han realizado. Pero en verdad el hombre no origina nada, y su más apreciado acto de invención no es sino el descubrimiento y utilización de provisiones y fuerzas que ya estaban en existencia a causa del acto creador de Dios. Cuando el hombre se gloría en su descubrimiento de los secretos de la naturaleza, es pertinente inquirir quién ha creado y constituido la naturaleza con sus maravillas unidas y sistematizadas, tan extraordinarias, en verdad que ninguna mente humana puede comprender su extensión telescópica, ni comprender su perfección microscópica. De este despliegue incomprensible de maravillas el hombre arrebata ocasionalmente una fracción de algo que a lo sumo ni aun podría ser una débil representación de ese todo del cual dicha fracción forma parte.
Por tanto la función del argumento teológico es mostrar la existencia evidente, el diseño completo y la inteligencia del Creador manifestada en el orden, estructura, y fin de todas las cosas que forman parte del universo.
Si seguimos el punto de vista del ateo, de la necesidad ciega e irracional, tenemos que asumir la existencia de un poder que produce lo inteligente y racional, sin ser él mismo inteligente y racional. Obra en todas las cosas, y en cada una con referencia exacta a todas, pero sin conocer nada por sí mismo ni de las leyes que sigue, ni del orden que ha establecido.
Cuando una combinación compleja de fenómenos heterogéneos aparece en armonía con la posibilidad de un acto futuro que no habrá sido incluido de antemano en ninguno de dichos fenómenos en particular, esa armonía solamente puede comprenderse por la mente humana por medio de una causa última.
Pensemos en una ilustración: "el casco de un barco, el mástil, las velas, el ancla, el timón, el compás, la carta náutica no están necesariamente relacionados y en relación a su procedencia física, son fenómenos heterogéneos. El uso futuro de un barco no está limitado sólo a uno de esos objetos, pero es hecho posible por la combinación de ellos. Esa combinación en el barco completamente equipado no tiene interpretación en nuestra inteligencia racional excepto en lo tocante a su existencia previa en cuanto a su uso en el pensamiento y el propósito humano. El uso del barco, por lo tanto, no es el simple resultado de su existencia, sino la causa final de su construcción".
El organismo humano con su relación al medio ambiente en el cual funciona es una exhibición de un diseño, y por lo tanto indica tanto la existencia como la inteligencia de su Diseñador.
El mundo físico exterior y el laboratorio interno de los seres vivientes, están separados el uno del otro por velos impenetrables, y sin embargo, están unidos el uno al otro por una increíble armonía establecida de antemano. Por fuera un agente físico llamado luz; por dentro, hay una maquinaría óptica adaptada a la luz; por fuera, hay un agente llamado sonido; por dentro una maquinaria acústica adaptada al sonido; por fuera vegetales y animales; por dentro órganos adaptados para la asimilación de esas substancias; por fuera, un medio ambiente sólido, líquido o gaseoso; por dentro mil medios de locomoción adaptados al aire, la tierra y el agua. Así por un lado, hay los fenómenos últimos llamados vista, oído, nutrición, volar, caminar, nadar, etc., por otro lado, los ojos, los oídos, el estómago, las alas, las aletas y los miembros motores de todas clases.
Tiene que haber habido una causa especial para explicar ese sistema y esa comunicación.
En ningún otro lugar es exhibida esta predeterminada armonía, a que nos hemos referido, en una manera más maravillosa que entre el ojo y la luz. En la construcción de ese órgano tenemos que admitir que ningún rayo de luz cae dentro del profundo secreto del vientre maternal donde se forma el ojo. Pero aun así, la luz y el ojo están hechos el uno para el otro, y en el milagro del ojo reside de manera latente el conocimiento de la luz.
Aquellos que piensan que este globo terráqueo está convenido por la conglomeración fortuita (o fatal) de partículas materiales, ¿por qué toque de magia han podido ellos persuadir a tantas de esas partículas para que se juntasen formando un grano de tierra?
Los ateos, para quienes las producciones diarias de la naturaleza son tan comunes, ¡qué intenten imitarlas!. Que pongan a prueba su destreza produciendo una rosa.
¿Puede hacerse algo al azar que tenga todas las características del diseño? Cuatro dados pueden acaso caer todos de ases a la vez; pero, ¿pensaría usted que cuatrocientos dados, tirados al azar, producirían cuatrocientos ases? Si varios colores fuesen arrojados sobre un lienzo sin diseño, pudiesen tener la apariencia de un rostro humano pero ¿podría usted imaginar que dichos colores pudiesen producir un cuadro tan hermoso como el de Coan de Venus? Un cerdo, al voltear la tierra con su hocico, puede trazar algo parecido a la letra "a", pero ¿puede imaginar usted que un cerdo describiera sobre la tierra el Andromaque de Ennio? La verdad es que lo fortuito nunca puede imitar perfectamente el diseño.
En relación a esto nos dice Paul Davies, porfesor de Física Teórica en la universidad de Adelaida, Australia:
"Aunque hoy tengamos leyes que lo explican "todo" ¿cómo explicamos esas leyes? Si se estudian esas leyes en detalle, ya no queda otra salida: hay que sentirse impresionado por su belleza y sencillez.
La creencia newtoniana en la inspiración divina ha sido definitivamente abandonada, pero no se ha explicado el auténtico origen de las leyes naturales. Es más, resulta curioso que la mayoría de los científicos de hoy en día no empleen ni un minuto de su tiempo en explicar de dónde proceden los principios de la ciencia. Y eso que esta gigantesca empresa que denominamos ciencia se basa, precisamente, en que el universo es un sistema regido por leyes racionales y aprehensibles.
El recurso a la divinidad resolvió muchos problemas en un tiempo de fervor religioso como el que les tocó vivir a Newton y sus discípulos, pero su abandono crea un vacío serio en el pensamiento de nuestros días. De hecho, si renunciamos a creer en las leyes naturales como ideas de Dios, podemos convertir a la ciencia en algo cercano a lo enigmático. Un enigma que se hace mayor cuando se considera que las leyes de la naturaleza no son fáciles de entender.
En los últimos cinco años, más o menos, se han ido dando cuenta los científicos de que las leyes de la Física, aparentemente, sólo podrían producir los componentes de la creación, habituales en nuestro alrededor y mantenerlos en funcionamiento (vías lácteas, estrellas, átomos y sobre todo nosotros mismos, los hombres) si todo se comporta aproximadamente de la misma forma en la que lo hace en realidad. Es decir, si las denominadas constantes de la naturaleza no se apartan mucho de los valores realmente medidos. Constantes de la naturaleza son, por ejemplo, la masa de un bloque o componente del núcleo de un átomo, la fuerza de atracción entre cargas eléctricas, el efecto recíproco entre distintos campos de fuerzas, etc. los investigadores que se ocupan de estas cosas sólo ven toda una cadena de casualidades improbables o casos de encuentros accidentales de los que depende la existencia del universo. Unas variaciones insignificantes serían suficientes para modificar drásticamente o destruir el universo; dicho de otro modo, si estos factores hubieran sido desde el principio algo más pequeños o algo más grandes de lo que son hoy, no habría podido surgir la vida en el espacio, y sobre todo, ninguna vida inteligente. Por ejemplo, en el caso de la gravitación, sería más que suficiente una debilitación o un aumento pequeñísimo para producir una catástrofe cósmica. Si se produjera un desorden en la relación de fuerzas entre la gravitación y los fenómenos electromagnéticos, todas las estrellas, incluso nuestros Sol, se convertirían, o bien en gigantes azules, o bien en enanos rojos.
Por todas partes a nuestro alrededor, encontramos pruebas de que la naturaleza lo ha logrado precisamente de la forma correcta. El resultado es, por lo tanto, el siguiente: las leyes fundamentales de la naturaleza, si se expresan matemáticamente, no sólo poseen gran elegancia, sencillez y lógica interna, sino que al mismo tiempo permiten que puedan existir sistemas, por ejemplo planetas, con espacios de vida adecuados que son simultáneamente estables y complejos, a fin de proporcionar la base para la vida racional. Sin embargo, esto significa: nuestra propia existencia está escrita en las leyes de la naturaleza. Evidentemente, parece que formamos parte de un gran plan. Y aquí se llega a una conclusión. Quien acepte que la nueva Física proporciona pruebas de la existencia de un "plan del universo", se enfrentará a la pregunta: ¿quién es el planificador? pero aquí tenemos que dejar ya el campo de la ciencia, que se ocupa sólo del mundo natural, para pasar al campo de la teología.
Sin embargo, la nueva Física nos conduce con fuerza hacia una nueva dirección del pensamiento. Nos muestra un universo que es mucho más que una casualidad colosal y sin sentido. Yo por mi parte creo que detrás de nuestra existencia, existe un sentido".
C) El argumento Antropológico.
El argumento antropológico está limitado al campo de la evidencia de la existencia de Dios y sus cualidades que pueden ser deducidas de la constitución del hombre.
La constitución orgánica del hombre pertenece al argumento teológico, pero hay factores específicos en el ser humano que suplen pruebas excepcionales de la consumación divina.
El hombre se compone de una parte material y otra inmaterial, y estas dos partes constituyentes no están relacionadas. La materia posee los atributos de extensión, forma, inercia, divisibilidad y afinidad química; mientras que la parte inmaterial del hombre posee los atributos del pensamiento, razón, sensibilidad, perceptibilidad y espontaneidad. Si fuese posible explicar el origen de la parte física del hombre por una teoría de desarrollo físico (lo cual no es posible), lo inmaterial, en cuanto a su origen, permanece como un problema insoluble aparte del reconocimiento de una causa suficiente.
Aunque en su estructura orgánica general la parte material del hombre es similar a la de los animales más elevados, es tan definida que es superior a todos los aspectos de la creación material. La mano del hombre ejecuta los altos diseños de su mente en toda clase de estructuras y artes, su voz responde a las demandas de una mente elevada en su lenguaje; su oído oye y sus ojos ven en áreas de realidad más allá de los límites de las bestias. El cuerpo humano es por ello una prueba específica de la existencia de un Creador, ya que de otra manera sería inexplicable.
La parte inmaterial del hombre, que incluye los elementos de la vida, inteligencia, sensibilidad, voluntad, conciencia y una innata creencia en Dios presenta aun más insistentemente la necesidad de una causa adecuada. La vida no puede brotar de la materia inerte, y aunque el evolucionista dice poder trazar todo lo que hoy existe de un vapor original, o protoplasma, todas esas teorías no serían toleradas en ningún otro campo de la investigación.
Otra vez decimos que la inteligencia del hombre con sus descubrimientos, invenciones, ciencia, literatura y arte demanda de manera insistente una causa adecuada. Igualmente, y bajo la misma inevitable obligación, tanto la sensibilidad como la voluntad con sus capacidades transcendentes demandan una causa digna. Y finalmente, la conciencia al igual que la creencia innata en Dios pueden explicarse más acertadamente afirmando que el hombre procede de Alguien que posee todos esos atributos en una grado infinito.
Una fuerza ciega, no importa lo excepcional que sea, nunca podría producir un hombre con inteligencia, sensibilidad, voluntad, conciencia y una creencia innata en el Creador. El producto de una fuerza ciega nunca se daría a sí mismo a la tarea del arte, la ciencia y la adoración a Dios.
De acuerdo con la teoría evolucionista del desarrollo natural, la criatura es el efecto de una causa natural y está formada y diseñada conforme a fuerzas sobre las cuales no tiene control alguno; pero en forma súbita este efecto surge y ejerce autoridad y poder sobre la misma naturaleza que supuestamente le produjo, y dirige todos sus recursos naturales para servir a su propósito y voluntad. ¿No sería acaso oportuno investigar cuándo fue que el hombre se volvió señor de la creación que se supone lo hubo creado? ¿Puede concebirse que el hombre que es capaz de coordinar la naturaleza para sus fines, es en sí mismo un simple resultado de lo realizado por la naturaleza? ¿No es un milagro admitir que dentro de una serie mecánica de fenómenos, un eslabón súbitamente tuviese el poder de invertir, de alguna manera, el orden de la serie?
D) El argumento teleológico
Este segundo argumento a favor de la existencia de Dios trata con el orden, la complejidad y la diversidad del cosmos. La palabra "teleológico" viene del griego "telos", que significa "fin" o "meta". La idea detrás del argumento es que el orden observable en el universo demuestra que funciona según un diseño inteligente, algo innegable para un ser inteligente y de mente abierta. La expresión clásica de este argumento es la analogía del relojero de Paley, en su libro Evidences. Si estuviésemos caminando por la playa y encontráramos un reloj en la arena, no supondríamos que fue arrojado sobre la costa luego de haber sido formado a través de los procesos naturales y los movimientos del mar. Más bien supondríamos que el dueño lo perdió y que en alguna parte hubo un relojero que lo diseñó y construyó originalmente con un propósito específico en mente. La inteligencia no puede ser producida por la no inteligencia, así como la nada no puede producir algo. Hay, por lo tanto, una inteligencia eterna y necesaria presente y reflejada en el universo del espacio-tiempo.
Hasta hace unos quinientos años, la humanidad no tuvo ninguna dificultad en reconocer a Dios como el Creador del orden natural. La mejor explicación lo consideraba como el Diseñador divino que lo creó con un propósito y mantuvo todas las cosas por la palabra de su poder (Hebreos 1:3; Colosenses 1:17). Pero el surgimiento de la ciencia moderna inició un proceso que podríamos denominar "la desmitologización de la naturaleza", el mundo material. La superstición y la ignorancia habían atribuido vida espiritual al bosque, al arroyo y a la montaña. Las cosas que no se entendían científicamente eran aceptadas rutinariamente como la operación de fuerzas sobrenaturales y no explicadas. Lentamente, el factor misterioso y espiritual fue purgado y reemplazado por explicaciones y teorías naturales de los estudiosos y científicos sobre cómo y por qué las cosas funcionaban realmente. Luego de Copérnico, la importancia humana se redujo ante la vastedad del cosmos, y se creía que sólo el tiempo y la investigación, y no Dios, serían necesarios para explicar finalmente con precisión la totalidad del orden natural. La idea de Alguien trascendente llegó a considerarse innecesaria, al haber sido invalidada por la nueva teoría de la selección natural.
Irónicamente, la misma ciencia que quitó a Dios entonces está trayendo de nuevo la posibilidad de su existencia hoy. La física y la mecánica cuántica nos han llevado ahora al borde de lo físico, a un lugar donde las estructuras de partículas subatómicas son descritas por algunos como de una cualidad espiritual o fantasmal. ¡Los neurofisiólogos luchan con observaciones enigmáticas que sugieren que la mente trasciende al cerebro! La psicología ha desarrollado una rama completamente nueva de estudio (la parapsicología) que afirma que fuerzas psicoespirituales (ESP, biofeedback, etc.) llegan a funcionar más allá del mundo físico. Los biólogos moleculares y los geneticistas, enfrentados a las estructuras altamente ordenadas y complejas del ADN, atribuyen una palabra que sugiere "inteligencia" a las secuencias encadenadas: el "código" genético. Y ya hemos concluido que los astrofísicos han aceptado el "big bang", que parece contradecir la idea de que la materia es eterna y, por gigantesco que sea, el universo parece ser finito. Sea que miremos por el microscopio o el telescopio, se vuelve más difícil, a la luz de la ciencia experimental, sostener la vieja premisa de que este orden y complejidad son productos del azar ciego. Las antiguas suposiciones naturalistas están siendo reexaminadas críticamente, cuestionadas y encontradas poco convincentes por muchos de los científicos de hoy. El Dr. Walter Bradley, profesor emérito de Ingeniería Mecánica de Texas A & M University explica la situación:
"Los descubrimientos de la última mitad del siglo XX han llevado a la comunidad científica a darse cuenta de que el universo y nuestro planeta en el universo son tan asombrosamente únicos que es casi imposible imaginar cómo esto podría haber ocurrido por accidente, lo que lleva a muchos científicos agnósticos a conceder que ciertamente puede requerirse alguna fuerza creativa inteligente para explicarlo".{9}
Las áreas de reconsideración incluyen la cosmología y el origen de la vida, los elementos esenciales del diseño y su reconocimiento, los requisitos mínimos para que un universo soporte tanto vida de cualquier tipo como la compleja vida humana específicamente, por qué estos requisitos se cumplen en nuestro universo, y los requisitos para un lugar en ese universo, que se cumplen sólo para el planeta Tierra. Todas estas características notables de nuestro mundo están siendo reevaluados y apuntan hacia el diseño inteligente.
E) El argumento moral
Este argumento a favor de la existencia de Dios está basado en el reconocimiento de sentido inherente universal de la humanidad del bien y del mal (ver Romanos 2:14, 15). No hay ninguna cultura que no tenga normas de comportamiento. Todos los grupos reconocen que la honestidad es una virtud, junto con la sabiduría, la valentía y la justicia. Y aun en las tribus más remotas de la jungla, el homicidio, la violación, la mentira y el robo son reconocidos como malos, en todo lugar y en todo tiempo. Surge la pregunta: "¿De dónde vino este sentido de moral?". C. S. Lewis habla de esto a principios de su obra Mere Christianity. Llama a esta ley moral "La regla del bien y del mal, algo que está realmente allí, no hecho por nosotros".{10} Durante años, Lewis luchó contra Dios porque le parecía que el universo era injusto y cruel. Pero comenzó a analizar su indignación. ¿De dónde había sacado él el concepto mismo de lo justo y lo injusto? Dijo: "Un hombre no dice que una línea esta torcida a menos que tenga alguna idea de lo que es una línea derecha".{11}
Luego sugiere que la moral tiene tres partes. Usando la analogía de una flota de barcos en una travesía, señala que hay tres cosas que pueden funcionar mal. La primera es que los barcos podrían alejarse o chocar entre sí dañándose mutuamente (alienación, aislamiento: gente que abusa de otros, hace trampas, intimida a los demás). La segunda es que los barcos, individualmente, deben estar en condiciones de navegar y evitar tener fallas internas mecánicas (el deterioro moral dentro de una persona). Lewis entonces señala que, si los barcos siguen chocando entre sí no seguirán estando en condiciones de navegar mucho tiempo y, por supuesto, con sus elementos de navegación fuera de servicio, ¡no podrán evitar las colisiones! Pero hay un tercer factor que aún no se ha tomado en cuenta, que es: "¿Hacia dónde se dirige la flota de barcos?". ¡La travesía sería un fracaso si la intención es que llegue a Nueva York y en realidad llegara a Buenos Aires (el propósito general de la vida humana, como un todo, aquello para lo cual fue hecho el hombre)!{12}
La conciencia humana que menciona Pablo en Romanos 2 no se encuentra en ningún otro animal; sólo en el hombre. La condición completamente única de esta brújula moral dentro de los humanos, junto con otras cualidades exclusivamente humanas (racionalidad, idioma, adoración e inclinaciones estéticas) sugieren fuertemente que el hombre no sólo tiene una relación hacia abajo, con los animales, las plantas y la tierra, sino también una relación hacia arriba, con el Dios en cuya imagen fue hecho. Así como vimos el gran poder e inteligencia de Dios expresados en los primeros dos argumentos, también vemos aquí que este sentido de moral, no conocido en el mundo de la naturaleza, proviene del Gran Legislador, que es, en sí mismo, en carácter, la "línea recta" (recto, justo, santo) contra la cual se miden todas las acciones humanas.