En la ciudad de Concordia en el estado de Kansas, Estados Unidos existe el “Museo Nacional del Tren de los Huerfanos”. Este museo se crea con el propósito de dedicarlo a la preservación de la historia a los más de 200 mil niños que entre los años 1854 y 1929 fueron transportados por el llamado “Tren de los Huerfanos” por todo los Estados Unidos con el fin de conseguir familias que pudieran adoptarles y darles una estabilidad y calor de familia.
El tren de los huérfanos fue una iniciativa creada en el 1854 por un grupo de personas prominentes de la ciudad de Nueva York, preocupadas del porvenir de toda una generación de niños huérfanos criados al amparo de centros de cuidado institucional. Estas personas entendían que la crianza de estos niños bajo este régimen los destinaba a unas vidas destruidas, en cambio, conseguir a cada niño un hogar adoptivo (ser instalado en una familia que le diera amor y cuidados) permitiría a estos niños aspirar a tener un mejor porvenir en sus vidas, y ser en el futuro seres humanos de provecho para la humanidad.
Gracias a la estabilidad, desarrollo, cariño y educación recibidos en sus respectivas familias muchos niños producto de estas adopciones fueron grandemente impactados, logrando muchos de ellos alcanzar ser grandes profesionales y hombres y mujeres de bien en la sociedad.
Un huérfano es una persona que ha perdido a sus padres y ha quedado en un estado desprovisto de su más básica red de apoyo. Muchos al pasar por esta experiencia pueden experimentar la sensación de que no tienen nada ni nadie que se preocupe por ellos. Muchos huérfanos han tenido una vida dura. Han tenido que, de una manera forzosa y a golpes de la vida, aprender a sobrevivir. Aunque desarrollan alguna manera de enfrentar la vida, ese desarrollo carece del elemento afecto y protección maternal y paternal.
Hay personas que, aún cuando le sobreviven sus padres, familiares y demás seres queridos, experimentan en su vida la sensación de que carecen de algo básico y esencial de la vida. Pasan sus años buscando encontrar eso en muchas de otras experiencias básicas de la vida, como: al desarrollarse profesional u ocupacionalmente, al casarse, al tener hijos, por decir algunos. Sin embargo; todo esto no les proporciona el poder encontrar ese algo que falta en el rompecabezas del entendimiento del propósito de su existencia.
Por medio de este escrito me propongo concientizar sobre esa pieza que hace falta. Sobre eso que existe en nuestra vida que buscamos, y que entendemos que hasta no lograrlo no seremos o no estaremos realmente completos y realizados. Personas de todos los niveles económicos, clases sociales y orígenes lo experimentan. Muchos hasta disponen de sus medios económicos e influencias con tal de encontrar eso que pueda llenar su vida y darle sentido a la misma. El resultado: nada de eso les lleva a encontrar lo que buscan.
Es posible que al leer esto renienges de lo que hablo y no me quieras dar la razón. Pero, "no se puede tapar el cielo con la mano". Tal actitud no cambia que en el fondo sabes que algo falta en tu vida. Que en esos momentos de la vida cuando bajas las revoluciones de los afanes diarios y en tu intimidad meditas, reflexionas y haces una introspección sobre la vida; y de como tú te visualizas en ella, estoy muy seguro que está allí presente esa sensación que algo falta en tu entendimiento de de dónde venimos y hacia dónde vamos en el camino efímero de la vida. ¿Te habrás hecho esa pregunta alguna vez?
Por encima de nosotros los humanos, y por encima de todo lo que existe en la dimensión material, hay un ser todo poderoso y soberano que tiene el control de todas las cosas. Esta idea de que algo, o alguien tenga el control de su vida más allá del suyo propio molesta a muchos, pero la realidad es que es cuestión de hacer un simple ejercicio y hacernos unas preguntas sencillas sobre la vida, para darnos cuenta que es muy poco el control que tenemos sobre nuestra propia vida y de nuestra influencia a nuestro alrededor.
Te reto a que te contestes: ¿Acaso tienes poder sobre la muerte? ¿Puedes impedir morir? ¿Puedes lograr que la gente haga exactamente lo que tú quieras? ¿Acaso tienes el poder de cambiar algo, por ejemplo del clima? ¿Cuándo viene un fenómeno atmosférico, tienes la facultad de detenerlo?
¡La realidad es que si tuviéramos la oportunidad aún de tener los poderes de Dios por un instante nos haríamos un ocho para mantener la estabilidad y armonía de la vida!
¿Acaso has logrado impedir que no experimentes ni un solo problema en tu vida? ¿Crees que tienes la facultad para impedir que la enfermedad llegue a tu cuerpo?
Precisamente aquí radica el meollo de esa pieza que sentimos que hace falta en nuestra vida que nos haga sentir plena satisfacción de nuestra existencia, y que nuestra vida cobre el verdadero significado. Esa pieza que hace falta, ese vacío que sentimos, es precisamente la falta de reconocimiento de un Dios en los Cielos que tiene el control de todas las cosas, y el tomar la decisión de entregar el control de nuestra vida a Él.
Cuando estamos sin Dios vivimos la vida de un huérfano. Que si bien es posible poder desarrollar ciertas habilidades y ciertos trucos para sobrevivir en la vida, al fin y al cabo, nuestra vida carece de un significado porque estamos desprovistos de lo principal; porque sin Dios existimos, pero no vivimos.
Sin embargo, quiero decirte que desde hoy tú tienes la oportunidad de cambiar esa realidad. Eres tú el que puede cambiar las riendas de tu vida dándole la oportunidad a Dios de que te guie por el camino que te lleva a Él. ¿Acaso estás seguro del destino final del camino dónde estás? Yo te puedo decir que si Dios no está en las riendas de tu vida, ese camino no tiene un final feliz. En cambio, si le entregas tu corazón a Dios y reconoces en la figura de su hijo Jesucristo la salvación, va a ser el momento en que tu vida tome un giro en la dirección correcta. La palabra dice en Romanos 5:1: “Justificados pues por la fe tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo.”
El Cristo que te predicamos en Semana Santa, el que ves en las películas en la televisión, fue y es el héroe de nuestra fe. Por su sacrificio y muerte se hizo viable nuestra reconciliación con Dios. En 1ra de Pedro 3:18 nos dice: “Porque también Cristo padeció una sola vez por los pecados, el justo por los injustos, para llevarnos a Dios…” Y dice en Juan 1:12: “Más a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio la potestad de ser hechos hijos de Dios.”
Este es el propósito de la vida. Esta es la pieza que falta en nuestras vidas. Este es el paso de dejar de simplemente existir en una vida sin sabor y venir a una vida en Dios y sus riquezas en gloria. Solo Dios puede decirnos el propósito de nuestras vidas. Los que hemos dado ese paso de fe y entregamos nuestra vida a Dios, hemos podido sentir el verdadero afecto hacia la vida y a los nuestros.
En esta hora no te predicamos una religión. No te estamos invitando a ser parte de un club social más. Simplemente te invitamos a que recapacites ante esa situación existencial que tienes, y la puedas resolver entregando tu vida a Cristo el Señor. Te invitamos a que hagas una oración a Dios y le pidas que en este momento entre en tu corazón y te haga una criatura nueva en Cristo y que te ayude a desarrollar una vida siguiendo a Cristo. Dale esa oportunidad a un Dios maravilloso que está allí con sus brazos abiertos esperándote. En Apocalipsis 3:20 dice: “He aquí yo estoy a la puerta y llamo, si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a Él, y cenaré con Él, y Él conmigo.”
Créeme que Dios está allí esperando por ti con brazos extendidos. Dios te ama de una forma que no puedes imaginar, y además quiere bendecirte. El deseo de Dios es que ninguno perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento.
Aquellos 200 mil niños que entre los años 1854 y 1929 lograron conseguir buenos hogares donde recibieron el calor humano y desinteresado de aquellos padres adoptivos que compartieron con ellos su amor. Lograron un mejor porvenir que lo que les hubiese esperado si se hubiesen quedado divagando errantes por la vida. Cuanto más nuestro padre celestial quiere reconciliarnos con Él y brindarnos de su amor como hijos.
Nunca conocerás el amor, y cuan inmenso es el amor de Dios, hasta que no entregues tu corazón a Él.
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